La mejor sorpresa que tuve en mis vacaciones de verano fue
enterarme que el gran David Lynch (1946) visitaba la Escuela de Artes y
Espectáculos TAI, donde hace poco más de un año voy consolidando mi pasión por
el cine. Soy sincero al confesar que mi aproximación a este arte se vio
influenciada por un estilo 90% comercial, de modo que no conocía ni había
siguiera oído hablar del cineasta nacido en Montana, Estados
Unidos, algo que decidí cambiar en los días previos a la mencionada visita.
De este modo, me dirigí a la biblioteca más cercana y
seleccioné algunas de sus principales obras para un ciclo privado, comenzando
por ''Eraserhead'' (1977). Luego vinieron algunas cintas ligeramente
convencionales como ''The Elephant Man'' (1980) y ''Mulholland Drive'' (2001),
terminando con ''Blue Velvet'' (1986), tal vez la más conocida y que sirve como
referente directa al universo Lynchiano. Lo que leerán a continuación será una
crónica sobre aquello que este humilde servidor experimentó tanto en la clase maestra que brindó el director, así como en el visionado de sus películas, las cuales se caracterizaron por altas
dosis de color, hipnóticas transiciones, perturbadores sonidos y confusas, pero
no por eso menos interesantes, historias.
''Inicialmente mi estadía en el AFI (American Film Institute)
era de dos años, pero se terminó extendiendo por cuatro, dentro de los cuales
pude hacer ´Eraserhead´, el primero
de mis largometrajes''. Estas fueron las palabras del maestro Lynch al
responder una pregunta sobre la más personal y surrealista de sus películas. Y
es que hablar de ''Eraserhead'' (1977) es un poco complicado teniendo en cuenta
que si bien la historia puede parecer lineal, el desarrollo de la misma dista mucho
de serlo.
En ella conocemos a Spencer, un pusilánime y ordinario
empleado, quien se encuentra con la sorpresiva responsabilidad de criar un
deforme y recién nacido bebe. Siendo esta la premisa principal, podemos ver
como a lo largo del filme se nos presentan imágenes ligeramente inquietantes
como un hombre con apariencia diabólica manejando unas palancas fabriles, una
alegre mujer con cierta deformación en el rostro y a quien en cierto punto de
la cinta vemos pisar lo que parecen ser una serie de fetos del mismo bebe que
nuestro protagonista está cuidando, la cabeza de este mismo siendo mutilada y
utilizada para fabricar borradores y, como cereza de pastel, al deforme ‘’niño’’
siendo acuchillado y víctima de una descomposición tan grotescamente realizada
que me hizo recordar a cintas como ''Evil Dead'' (específicamente, aquella escena
de los ojos aplastados). Vale la pena mencionar la tremenda importancia del
sonido como herramienta perturbadora y complementaria de las imágenes ya
descritas. Un filme que puedes odiar o amar, pero al cual es imposible ser
indiferente.
''Luego de realizar ‘Eraserhead’, me dediqué a escribir mi
siguiente película, ‘Ronnie Rocket’. El problema de la misma fue que, al
parecer, el único interesado llevarla a cabo era yo. Al aceptar esto, le pedí a
mi productor, Stuart Cornfeld, que me proporcionará algún guion para poder
llevarlo a la pantalla grande. Nos reunimos en una cafetería y Stuart me dijo
que tenía 4 guiones disponibles, siendo el primero de ellos ‘El Hombre Elefante’.
Solamente necesité escuchar ese título para saber que esa sería mi siguiente
película. '' ¿Qué se puede decir que no se ha dicho ya de esta cinta? Tan
genialmente narrada, con una gran actuación de un irreconocible (no pun
intended) John Hurt y una banda sonora que hizo de la escena final una de las
mejores jamás filmadas. Como detalle,
vale mencionar que el trabajo de maquillaje y peinado realizado por Christopher Tucker no fue reconocido por La
Academia estadounidense, lo cual originó una serie de protestas que terminaron
por obligar la creación de la categoría ''Mejor Maquillaje y Peinado'' a partir
del año 1981.
''Tenía escrito el 95% de una historia, pero eran solo
pedazos que no tenían relación entre sí. Días después, y mientras esperaba a mi
productor para una reunión, surgió una idea, de modo que le pedí a la
recepcionista que por favor me entregue rápidamente un bolígrafo y un papel.
Fue así que nació ‘Blue Velvet’ ''. Este fantástico thriller nos cuenta la
historia del joven Jeffrey Beaumont, quien regresa a su pueblo natal para
atender a su padre, luego de que éste sea víctima de un fatal ataque cardíaco. Es
así como, luego de encontrar una mutilada oreja en un descampado, comienza a
entrar en un mundo que le muestra el lado oscuro de la más hedonista de las
comunidades, Lumberton. John MacLachlan, Isabella Rossellini, Laura Dern y
Dennis Hopper lideran el elenco de esta afamada cinta, ganadora del festival de
Sitges y nominada al premio de La Academia en la categoría ‘’Mejor Director’’,
la segunda del buen David.
‘’Vivir en Philadelphia fue una gran inspiración para mi trabajo
como artista, ya que representaba una realidad que se esconde bajo otra: la primera
recordaba mi infancia, llena de hogares elegantes y árboles de cerezos. La segunda
y más importante, fue una donde el miedo y peligro eran tan rutinarios como mis
deseos de crear. ’’ Leyendo estas líneas es posible entender la costumbre que
tiene Lynch por utilizar personajes que mientras van desarrollándose, descubren
que la realidad que conocen está lejos de ser aquella en la que viven. Esto se
puede ver en ''Mulholland Drive'' (2001), claro ejemplo de la no linealidad
narrativa y que significó para nuestro homenajeado, entre muchas cosas, ser
nominado por tercera vez y obtener el galardón a mejor director, tanto en los
premios de La Academia como en el Festival de Cannes, respectivamente. Ya decía
el director francés Jean-Luc Godard: ''Toda historia tiene un inicio,
desarrollo y desenlace, pero no necesariamente en ese orden.''
Es muy impactante lo que el cine puede generar en una
persona, pero lo es aún más estar frente al responsable de aquellas
sensaciones: La develación de un deforme feto, el más desgarrador de los
suicidios, una de las violaciones más cinematográficas que he visto y la falsa
interpretación musical en el teatro ''El Silencio''. Cuatro escenas que para
algunos puedan resultar grotescas, pero para otros una manera válida y muy
personal de realzar el más bello de los artes.